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Post Ana Turmac, 3 mayo, 2025

Resistencias invisibles antes de la terapia

Flores creciendo entre rocas como metáfora visual de resistencias invisibles frente al dolor.

Las resistencias invisibles antes de la terapia pueden tomar muchas formas, y Marta es un ejemplo de ello. Mucho antes de acudir a terapia, ya había lidiado con muchas batallas. Aprendió a ocultar las lágrimas en el trabajo, a fingir una sonrisa cuando por dentro estaba sufriendo a escribir cartas que nunca se atrevió a enviar. Cuando finalmente decidió buscar terapia y lo hizo desde el agotamiento, pero también desde la dignidad de alguien que lleva años resistiendo en silencio.

Esta historia no es única. Muchas de las personas llegan a terapia sintiéndose rotas, cuando en realidad llevan años utilizando recursos y resistencias invisibles. Este artículo es una invitación a reconocer, visibilizar y dignificar esas luchas.

Las resistencias que no suelen nombrarse

Cuando hablamos de «resistencias» en este contexto, nos referimos a las respuestas y recursos que las personas utilizan para sostener su vida en medio del malestar. Estas resistencias, aunque a menudo invisibles y no reconocidas, actúan como formas de agencia que desafían de manera silenciosa la narrativa sobre la parálisis que genera el dolor en la vida de las personas. No se trata de grandes gestos, sino de acciones cotidianas que demuestran un compromiso con las formas preferidas de ser y estar en el mundo. Estas acciones pueden ser levantarse cada mañana, cuidar de alguien, mantener relaciones significativas, escribir relatos para organizar el caos interno o tomar decisiones difíciles como alejarse de situaciones dañinas. Este tipo de gestos discretos muchas veces son maneras de sostenerse que preceden al momento de pedir ayuda.

Estas formas de resistencia no figuran en diagnósticos ni en informes clínicos, pero son las que sostienen la vida de las personas mucho antes de que decidan acudir a terapia. Reconocerlas es el primer paso para contar una historia diferente sobre cómo estas personas han manejado el dolor.

¿Por qué son invisibles?

La terapia narrativa sostiene que las personas nunca son agentes pasivos ante el trauma o el dolor. Como decía Michael White: «Nadie es un recipiente vacío ante el trauma.» Esta perspectiva reconoce que, incluso en contextos de gran sufrimiento, las personas responden, resisten y sostienen aspectos de su vida que consideran importantes. Estas respuestas pueden parecer pequeñas, invisibles o indirectas, pero están ahí y forman parte de lo que White denominó «lo ausente pero implícito»: las intenciones, valores y deseos que guían sus actos, aunque no hayan sido nombrados todavía.

El relato hegemónico sobre el malestar suele girar en torno a la patología o el déficit. Cuando alguien llega a consulta, lo hace muchas veces con la idea de que «todo va mal». Y, desde algunos marcos teóricos, corremos el riesgo de reforzar esa narrativa sin explorar las formas en que las personas resisten ante las dificultades.

No reconocer las resistencias es perder la oportunidad de devolverle la agencia a la persona, de honrar las estrategias que ha puesto en marcha hasta ese momento, de encontrar significados y descripciones de su identidad que van más allá del problema.

Dignificar la historia previa al encuentro terapéutico

Una de las tareas de la terapia es co-construir relatos que no estén saturados del problema. Eso implica prestar atención a lo que la persona ya ha puesto en marcha para sostenerse, incluso antes de pedir ayuda.

Algunas de las preguntas que invitan a abrir este espacio pueden ser:

Estas preguntas no buscan idealizar el sufrimiento, sino rescatar la dignidad de quieres han caminado por él. Cuando dignificamos las historias que preceden al espacio terapéutico, también abrimos caminos para narrativas más esperanzadoras.

Conclusión: las huellas del camino que ya se ha recorrido

Reconocer las resistencias invisibles antes de la terapia nos permite comprender que llegar a consulta no es el inicio, sino una continuidad. Cuando las personas llegan a terapia, no son páginas en blanco. Son archivos llenos de intentos, de creatividad y de valentía discreta. Nuestra tarea no es empezar desde cero, sino acompañar el reconocimiento de una historia que ya se estaba escribiendo.

Dignificar esas resistencias invisibles también es un acto de justicia. Una forma de devolverles la voz a los que han sido silenciados, de visibilizar lo que ha sostenido la vida, incluso a pesar del dolor.

Más información sobre prácticas que reconocen las resistencias cotidianas puede encontrarse aquí.

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Flores creciendo entre rocas como metáfora visual de resistencias invisibles frente al dolor.