
En la terapia, el lenguaje no es solo una forma de contar lo que vivimos; es una herramienta para el cambio. Una de las prácticas más interesantes en este enfoque es el uso de documentos terapéuticos, que permite expandir historias, visibilizar conocimientos y fortalecer la capacidad de acción personal. Entre todas las metodologías, el uso de documentos terapéuticos y las metáforas destacan por su habilidad para transformar la manera en que las personas entienden y relatan su propia historia. Estas prácticas, que se aplican tanto en terapia individual como familiar, grupal y comunitaria, abren la puerta a relatos alternativas que no están tan marcados por el problema.
Documentos terapéuticos en terapia narrativa: el uso terapéutico de la palabra escrita
Los documentos terapéuticos no son solo informes clínicos o descripciones frías. Se trata de relatos escritos que captan, con respeto y precisión, las palabras y conocimientos de quienes buscan ayuda. El objetivo aquí no es «evaluar», sino resaltar historias que importan, poniendo de relieve habilidades, valores, decisiones e intenciones que a menudo quedan en la sombra de la narrativa del problema.
Michael White y David Epston, los co-creadores de este enfoque, nos recuerdan que:
- Las narraciones tienen el poder de transformar experiencias en relatos significativos, coherentes y realistas.
- Una terapia narrada es siempre hacia adelante: se enfoca en abrir puertas a futuros posibles.
- Una terapia que se cuenta avanza en el tiempo, es más prospectiva que retrospectiva, y todos los involucrados participan en la búsqueda de nuevos significados y posibilidades que desafían la narrativa saturada del problema (White & Epston, 1993).
Cuando una historia escrita recoge las palabras, recuerdos significativos y momentos de resistencia, la persona puede regresar a ella como quien redescubre una versión más esperanzadora y fortalecida de sí mismo.
Las metáforas en terapia narrativa
Cuando las personas llegan a consulta, traen consigo relatos que han estado construyendo durante años. Estas historias están repletas de frases aprendidas, explicaciones heredadas y etiquetas que acaban definiendo sus identidades. A menudo, estas narrativas pueden desvalorizar, desautorizar y perpetuar formas de pensar sobre uno mismo que generan sufrimiento.
Las metáforas co-construidas ofrecen una manera diferente de relacionarse con el problema. Permiten externalizarlo con respeto, darle forma y explorar sus efectos sin encasillar la experiencia en categorías rígidas. A través de la metáfora, las personas pueden:
- Describir lo que han vivido desde un lugar de conocimiento.
- Nombrar el problema de manera creativa.
- Conectar con sus propias emociones, sensaciones e intenciones.
Esto es posible porque la memoria no se organiza de manera cronológica, sino más bien mítica. Es decir, en torno a significados, emociones, símbolos, metáforas y escenas clave. Por lo tanto, los recuerdos se estructuran más como relatos o mitos personales que como secuencias objetivas de hechos.
La memoria está tejida de significados, imágenes y experiencias sensoriales. Las metáforas perduran porque hablan un lenguaje profundo, que va más allá de los datos y se ancla en lo simbólico. Como escribió Jerome Bruner, al final todos nos convertimos en las autobiografías a través de las que contamos nuestras vidas (Bruner, 2003).
Re-narrar desde la colaboración
En la terapia narrativa, re-narrar no es reinterpretar desde una perspectiva externa. Más bien, es un proceso de colaboración donde se crean nuevas maneras de contar la vida de una persona. Las metáforas, al igual que los textos escritos, se forman con las palabras propias de cada individuo, respetando su experiencia y el lenguaje único de quien busca ayuda. Estas metáforas co-creadas ofrecen múltiples significados y posibilidades infinitas para narrar la historia de la vida de las personas (inspirado en White & Epston, 1990).
Un buen ejemplo de esta práctica es Lo que aprendí de la violencia cuando fui víctima, que fue co-creado durante una terapia individual con una mujer adulta que estaba explorando los efectos de la violencia escolar. Este documento no solo refleja lo que vivió, sino que también capta los aprendizajes, recursos y valores que surgieron al contar su historia de una manera diferente.
Conclusión: Escritura y lenguaje como caminos para el cambio
Tanto las metáforas como los documentos terapéuticos son prácticas narrativas que contribuyen a que las personas puedan re-narrarse desde la dignidad, la agencia y la intención. Ayudan a reordenar lo vivido, a desafiar los relatos dominantes y a fortalecer la identidad preferida.
«Al final, todos nos convertimos en las autobiografías a través de las que contamos nuestras vidas», decía Jerome Bruner (2003). En terapia narrativa, ayudamos a que esas autobiografías sean más justas, más complejas y más propias.
Referencias bibliográficas
- Bruner, J. (2003). Making Stories: Law, Literature, Life. Harvard University Press.
- White, M., & Epston, D. (1990). Narrative Means to Therapeutic Ends. Norton.
- White, M., & Epston, D. (1993). Experience, Contradiction, Narrative & Imagination. Dulwich Centre Publications.