
La violencia emocional que no se ve
La violencia contra la mujer ha marcado la historia y, lamentablemente, continuará reproduciéndose mientras persista un sistema que la alimente. Sin embargo, aunque la violencia física atrae cada vez más atención debido a su carácter innegable, no es la única forma de maltrato que merece ser visibilizada.
El gaslighting o luz de gas es una de las formas más complejas de abuso emocional. Este fenómeno representa una de las formas más insidiosas de manipulación psicológica, diseñada para hacer que las víctimas duden de sus propias percepciones y criterios. La luz de gas funciona un como un continente sumergido, con mecanismos aún por definir y desmontar.
Qué es el gaslighting: su origen en la obra de teatro
Patrick Hamilton introdujo el término gaslighting en su obra de teatro Gaslight (1938), que George Cukor adaptó al cine en 1940 y 1944. La historia narra cómo Gregory, un hombre educado y refinado, manipula deliberadamente a su esposa, Paula, con el objetivo de hacerla dudar de su realidad y quedarse con su herencia.
Lo que hace que esta película sea relevante para el tema que nos ocupa es el perfil del protagonista. Gregory no es el típico hombre violento que impone su voluntad mediante la fuerza o el poder físico. En cambio, es un caballero educado, refinado y aparentemente amable, que utiliza la manipulación y la negación como herramientas para desestabilizar a su esposa y minar su confianza en sus propias percepciones.
El gaslighting no solo funciona como una táctica personal, sino que también refleja desigualdades sociales y de género. Cuando ocurre en contextos donde el abusador se beneficia de estereotipos de género y vulnerabilidades estructurales, su efecto puede ser devastador.
Décadas después, el término sigue vigente, describiendo una de las formas más sutiles y devastadoras de abuso emocional.
Cómo opera el gaslighting
El abusador utiliza una combinación de técnicas para desestabilizar a la víctima:
- Negación de hechos: «Eso nunca pasó.»
- Minimización emocional: «Estás exagerando.»
- Descalificación constante: «Eres demasiado sensible.»
Estas estrategias afectan directamente la percepción de la realidad y minan la confianza de la víctima, llevándola a cuestionar su cordura.
Consecuencias emocionales del gaslighting
Las víctimas de gaslighting y abuso emocional experimentan una pérdida progresiva de su autonomía, acompañada de:
- Confusión persistente.
- Baja autoestima.
- Aislamiento social.
- Ansiedad y depresión.
Cómo deslumbra la luz de gas
Por un lado, el gaslighting no consiste solo una serie de comentarios aislados; por el contrario, es un patrón de manipulación que busca minar la confianza y la percepción de la persona en sí misma.
Las estrategias más comunes
- Te dice que eres demasiado sensible o exagerada. Minimiza tus emociones y te demuestra que haces un mundo de algo insignificante, según sus parámetros, que siempre serán considerados los «universalmente aceptados».
- Recuerda detalles que refuerzan sus teorías, pero olvida los que te favorecen. Frases como «no lo recuerdo», «no es verdad» o «yo no dije eso» son estrategias frecuentes para invalidar tus percepciones.
- Te culpa de todo lo malo que ocurre. Incluso cuando es descubierto en una mentira, el motivo siempre recae en ti: «eres inestable», «me agobias», «si no reaccionaras tan mal, no te mentiría».
- Repite mensajes que refuerzan tus inseguridades. Comentarios como «¿Quién te va a querer como yo?» o «Nadie quiere estar cerca de ti» contribuyen a desestabilizar tu confianza y a aislarte emocionalmente.
- Busca aliados para reforzar sus argumentos. Puede manipular a familiares o amigos para validar su versión, directamente o indirectamente con silencios o miradas de desaprobación hacia ti.
- Hace cosas que sabe que te molestan frente a otras personas. Pequeños actos intencionados que explotan tus emociones, demostrando públicamente que «eres exagerada y desequilibrada».
- Descalifica tus preocupaciones con frases como «sólo era una broma». De esta manera, minimiza lo que para ti es importante y lo convierte en algo trivial.
- Niega y justifica conductas cuestionables. Si confrontas mentiras, medias verdades o comportamientos inadecuados, responde con frases como «eres celosa», «estás loca» o «eres una exagerada».
- Te hace dudar de tus habilidades y te cuesta tomar decisiones. Llegas a pensar que eres torpe o incapaz, y que no estás a la altura de lo que tu pareja espera de ti.
- Te cuesta tomar decisiones y sientes infeliz sin identificar las causas. El gaslighting genera niebla en tu mente y te desconecta de tu realidad, lo que genera una sensación de vacío e insatisfacción constante.
Estas tácticas, aunque parecen sutiles, impactan profundamente en la identidad de la víctima. La acumulación de estas experiencias suele hacer que la persona dude de su propia cordura.
Gaslighting y violencia en la pareja
Aunque el gaslighting puede ocurrir en diversos contextos, es especialmente común en las relaciones de pareja. En estas dinámicas, opera como una táctica de poder diseñada no solo para desestabilizar emocionalmente a la víctima, sino también para consolidar el control del agresor.
Más allá de las relaciones de pareja
Como señaló Sara Sálamo en su discurso en los Premios de Igualdad, la violencia machista no se limita a las relaciones de pareja. Casos de injusticia epistémica —cuando se cuestiona la experiencia y el discurso de una persona, con o sin intención— se manifiestan en diferentes ámbitos de la vida.
Un ejemplo claro de esto ocurre en las dinámicas familiares. En la práctica terapéutica con parejas, los conflictos con la familia política a menudo reproducen violencias machistas. Este rechazo abusivo, muchas veces sutil y no explícito, busca ejercer poder mediante la dominación y el control, contribuyendo a la exclusión y vulneración de la persona afectada.
La opresión en cadena
Las dinámicas patriarcales no solo son perpetuadas por hombres; algunas mujeres también las reproducen desde posiciones de influencia. Estas tácticas pueden darse en entornos laborales o en cualquier ámbito relacional donde, de manera consciente o inconsciente, se busque obtener control sobre otras personas.
El rechazo sutil —ignorar, evitar el contacto visual, excluir de una conversación o no dirigirse a una persona— actúa como una forma insidiosa de ‘borrar’ a alguien de un sistema relacional. Aunque estas acciones pueden parecer insignificantes, tienen un impacto profundo. Contribuyen a crear un entorno de luz de gas, donde la víctima se siente cuestionada, vulnerada en su intimidad, puesta en duda y sistemáticamente excluida.
Cómo identificar el gaslighting
Reconocer el gaslighting resulta fundamental para romper el ciclo de abuso. Algunas señales incluyen:
- Sentir que tus emociones o recuerdos son constantemente invalidados.
- Creer que todo lo malo que ocurre es tu culpa.
- Experimentar una confusión persistente que dificulta tomar decisiones.
Reconocer estas señales no solo es el primer paso para protegerte, sino también para desmantelar las dinámicas de poder que perpetúan el abuso.
Cómo recuperar la confianza
Superar el gaslighting requiere tiempo y apoyo. Algunos pasos para iniciar este proceso son:
- Hablar con personas de confianza: Validar tus emociones con otros.
- Buscar ayuda profesional: La terapia puede ser una herramienta clave para resignificar tu experiencia.
- Establecer límites: Aprender a protegerte de la manipulación emocional.
Establecer límites puede implicar tomar distancia emocional o física del abusador, así como comunicar claramente tus necesidades y expectativas en un espacio seguro.
Nombrar el abuso emocional como resistencia
Los mandatos perpetúan formas de abuso emocional como el gaslighting, envolviéndolas en una apariencia de amor o cuidado. Nombrar estas experiencias y reconocerlas es el primer paso hacia la resistencia.
Si reconoces estas dinámicas en tu vida, no dudes en buscar ayuda. Nombrar el abuso es el primer paso para romper el silencio y recuperar tu autonomía.