Ha llegado el momento de ser honestas con nosotras mismas. El machismo está tan interiorizado que a las mujeres también nos puede atrapar y podemos caer fácilmente en sus engaños adoptando formas de ser y estar en el mundo que no nos pertenecen, pero que reproducimos y se convierten en trampas para nosotras mismas y para otras mujeres.
Personalmente, prefiero hablar de alienación – pérdida de la identidad o escisión del ser – al referirme a las actitudes y comportamientos abusivos o violentos que las mujeres tenemos con otras mujeres.
Sin embargo, se está difundiendo el concepto de misoginia interiorizada entendida como la proyección de ideas sexistas que hacemos las mujeres en otras o en nosotras mismas, de manera más o menos inconsciente e involuntaria.
Apostaría, sin riesgo a equivocarme, que todas las mujeres, en algún momento de la vida hemos odiado, rechazado o hablado mal de otra mujer sin ninguna razón real. Es decir, sin que esa mujer nos haya agredido o tratado mal de manera directa. Muchas veces he escuchado argumentos del tipo «tengo derecho a elegir quién me cae bien» o «esta mujer simplemente no me gusta», como si todo esto fuese una cuestión de preferencias y no una cuestión política.
Todas podemos acabar reproduciendo los sistemas de opresión que nos afectan
La misoginia interiorizada puede manifestarse a través de actitudes explícitas, como el maltrato, o actitudes más sutiles como rechazar, desprestigiar, desvalorizar, criticar o ignorar a otras mujeres. Esta misoginia sutil es la que nos hace juzgarnos entre nosotras y a nosotras mismas también, desde una perspectiva cruel y machista.
Es una conducta aprendida en el macrosistema social, cultural y político en el que nacemos, así como en los microsistemas que nos rodean, que a día de hoy se ha convertido en uno de los valores patriarcales más difíciles de desmontar.
Interiorizamos los mensajes machistas y nos enfrentamos entre nosotras, adoptando comportamientos crueles, desvalorizando y desprestigiando a otras mujeres o a nosotras mismas. De esta manera, por obra y gracia del sistema que nos ha educado, nos convertimos en observadoras y juezas de otras mujeres criticando sus cuerpos, sus decisiones, su pasado, sus relaciones o su ropa.
La misoginia interiorizada es una cuestión política
Los mandatos culturales y sociales sobre cómo deberíamos ser las mujeres en este mundo – qué espacios ocupar, cómo vestirnos, cómo moldear nuestros cuerpos para encajar en los cánones de belleza, qué tipo de decisiones tomar, qué tipo de relaciones tener, cómo relacionarnos con el placer y el sexo – se quedan anclados en nuestras mentes y acaban impregnando nuestras vidas de pequeños o grandes actos abusivos hacia otras mujeres o hacia nosotras mismas.
La misoginia interiorizada también se conoce con el nombre de sexismo integrado o interiorizado y viene a decir básicamente que las mujeres también podemos ser misóginas por haber crecido en una sociedad construida bajo mecanismos que responden a un sistema que valora lo masculino. Por lo tanto, a pesar de ser mujeres, podemos adoptar ‘la voz’ del patriarcado al hablarnos a nosotras mismas o al hablar de otras mujeres.
Desde esta perspectiva, estar unidas como mujeres que pertenecemos al mismo colectivo, desarrollar vínculos fuertes y estables, respetarnos mutuamente, ocupar los espacios que nos corresponden sin despreciar los espacios que otras mujeres tienen que ocupar también, son actos políticos, auténticos actos de resistencia en contra de lo abusivo, competitivo y patriarcal.
La misoginia habita todos los espacios de la vida
- Amigas criticando a sus iguales a sus espaldas, siendo crueles con sus comentarios en las redes sociales, juzgándose unas a otras por la ropa, el cuerpo, las formas de estar en las relaciones.
- Mujeres mirándose al espejo con la mirada del patriarcado, sintiéndose avergonzadas por sus cuerpos.
- Mujeres madres rechazando a las parejas que sus hijos han elegido amar.
- Mujeres conviviendo en la misma casa, acosando y vulnerando la intimidad de la que tienen al lado, compitiendo por ser la favorita, la mejor.
- Mujeres desprestigiando a otras por una pareja o ex pareja sentimental.
Es el momento de recapitular
¿De qué manera nos replanteamos nuestra existencia en el mundo, haciendo visibles tanto las narrativas personales de violencia como la historia colectiva de todas las mujeres que, a lo largo de la historia, han sufrido la opresión sistémica?
¿Qué maneras encontramos de mantenernos unidas, respetando nuestras diferencias, en la lucha contra un enemigo común?
Mujeres del mundo, merecemos ser tratadas con dignidad, ocupar los mismos espacios en la vida que los hombres, tener representación en todas las áreas de la sociedad, de la familia, de las relaciones.