
¿Qué es el enfoque sensible al trauma y por qué importa?
Seguramente alguna vez has escuchado frases como «tienes que superarlo» o «no es para tanto» cuando alguien está atravesando un momento difícil. Pero, ¿y si en lugar de preguntar «qué te pasa», preguntamos «qué te ha pasado»? Este cambio de perspectiva es el corazón del enfoque sensible al trauma.
El enfoque informado sobre el trauma o trauma informado es una manera de entender que las experiencias difíciles pueden dejar marcas en la forma en que pensamos, sentimos y nos relacionamos con el mundo. En lugar de juzgar a alguien por su comportamiento, se busca comprender qué hay detrás de él.
¿Cómo afecta el trauma?
El trauma no se limita a un evento aislado, sino que se refiere al impacto profundo y duradero que deja en la mente, el cuerpo y las relaciones de una persona. Puede surgir de experiencias como las violencias, la pérdida de un ser querido, el abandono, la discriminación, el rechazo o cualquier situación que afecte su sentido de seguridad, identidad y bienestar.
Cada persona reacciona de manera diferente. Para algunos, el trauma puede manifestarse como ansiedad, miedo o una sensación constante de alerta. Otros pueden sentir desconexión, tristeza profunda o incluso reaccionar con ira cuando perciben una amenaza, aunque la situación no lo justifique de manera evidente.
Aquí es donde entra el enfoque de trauma informado: en lugar de preguntarnos «¿Por qué reacciona así?», nos invita a cuesionar «¿Qué ha vivido esta persona para responder de esta manera?».
¿Cómo aplicar el enfoque sensible al trauma en al vida diaria?
El trauma informado no es exclusivo para terapeutas. Todas las personas pueden incorporar este enfoque en sus interacciones diarias.
- Escuchar sin juzgar: A veces, lo que más necesita una persona no es un consejo, sino sentir que alguien le escucha de verdad.
- Evitar minimizar el dolor ajeno: Comentarios como «deberías ser más fuerte» o «no es para tanto» pueden hacer que la persona se sienta incomprendida.
- No asumir que las reacciones de las personas son «mal» intencionadamente: Detrás de una reacción intensa, puede haber una historia de sufrimiento o miedo.
- Crear espacios de confianza: Asegurar a las personas que pueden expresarse sin miedo a ser criticadas o ridiculizadas.
- Usar preguntas abiertas: En lugar de preguntar «¿Por qué estás tan a la defensiva?», preguntar «¿Cómo te estás sintiendo?».
Ejemplo práctico
Imagina que un compañero de trabajo siempre se pone a la defensiva cuando recibe críticas. Es muy común pensar que «no acepta errores» o «tiene mal genio». Sin embargo, si adoptamos una mirada sensible a la historia de vida de esa persona, podríamos preguntarnos: «¿Habrá pasado por situaciones en las que fue criticado de forma dura o injusta?». Tal vez esta persona creció en un entorno donde cada error era castigado y ahora reacciona con miedo o frustración.
Entender esto no significa justificar comportamientos tóxicos, abusivos o violentos. Ser sensible a la historia traumática de una persona implica reconocer las heridas que pueden influir en sus reacciones, pero sin perder de vista la responsabilidad individual en cómo nos relacionamos con los demás. Comprender que detrás de unas reacciones hay historias de vida complejas y, a veces, traumáticas, nos ayuda a responder con mayor sensibilidad y respeto. Sin embargo, no debe convertirse en una excusa para permitir relaciones dañinas o perpetuar conductas que afectan negativamente a otras personas.
Consideraciones éticas
Ser sensibles al trauma y a las historias de las personas no implica justificar cualquier comportamiento. Hay una diferencia importante entre comprender el origen de una reacción emocional y permitir que esta cause daño.
Adoptar una postura ética en los entornos relacionales implica:
- Reconocer la complejidad del trauma: Cada persona reacciona de manera diferente, pero ninguna historia justifica el abuso o la violencia hacia los demás.
- No invisibilizar el daño: Entender el trauma no significa restar importancia a sus consecuencias para quienes lo padecen o para quienes lo observan.
- Cuidarnos sin descuidar a los demás: Un enfoque sensible al trauma debe ayudarnos a establecer relaciones sanas, donde ni el trauma propio ni el de los demás justifiquen relaciones dañinas.
Es posible acompañar a alguien con una historia difícil sin difuminar los límites del respeto mutuo. Sensibilizarnos ante las historias de vida de los demás permite el reconocimiento y la responsabilidad, no es una excusa para normalizar lo injustificable.
Conclusión: Cambiar la mirada cambia el impacto
Para profesionales de la salud mental, adoptar un enfoque sensible al trauma significa no solo entender cómo las experiencias difíciles afectan la vida de las personas, sino también integrar intervenciones que consideren los factores estructurales. Contextualizar la práctica terapéutica es esencial para evitar enfoques simplistas y garantizar un acompañamiento más completo y respetuoso.
La formación continua en el trabajo con trauma permite a profesionales de este campo ampliar su perspectiva y generar prácticas éticas para quienes les consultan. Es fundamental incorporar metodologías que faciliten la comprensión del trauma desde una perspectiva integradora y comprometida con la justicia social, para construir espacios terapéuticos que realmente acompañen a las personas sin minimizar sus experiencias.
Si alguna vez te has sentido incomprendida en tu dolor, o si eres profesional de la salud mental y deseas mejorar su práctica en este ámbito, formarte en enfoques sensibles al trauma puede hacer una gran diferencia. Adoptar este enfoque no solo beneficia a quienes han vivido experiencias difíciles, sino que también enriquece la calidad de nuestras relaciones y nuestra capacidad de acompañar sin causar daño. Nos permite ir más allá del comportamiento inmediato y conectar con las historias de vida de los demás.
¿Alguna vez te ha pasado que alguien minimizó tu experiencia en lugar de comprenderla? ¿Quieres contarnos tu historia?